miércoles, 12 de diciembre de 2018

El Instituto de Infiesto como cantera de campeones / GALERÍA FOTOGRÁFICA


La historia de una institución académica, como el Instituto de Enseñanza Secundaria de Infiesto, también es la historia de sus deportistas y sus logros. Ayer, el centro acogió un debate entorno al deporte, como una actividad incluida en los actos conmemorativos del 50 aniversario, que se vienen celebrando durante el presente año.
En el escenario del salón de actos del centro varios deportistas locales, con impresionantes logros en diferentes disciplinas, compartieron unos minutos de pasado, pero también de presente y futuro. Allí estaba el especialista en triatlón y Ironman, Daniel Samalea; la piragüista, Almudena Ávila; la corredora y orientadora, Susana Álvarez; la futbolista, Isabel Corte o el corredor de montaña, Manuel Espina. El impulsor del archivo digital de Piloña, Roque Rodríguez-Noriega, fue el encargado de presentar un pase de fotografías con algunos de los momentos más destacados de la historia deportiva local y sus protagonistas.
Sin embargo, uno de los principales papeles del acto estuvo a cargo del profesor de educación física, ya jubilado, Pepe San Miguel, un auténtico experto y conocedor de la historia del deporte en esta institución académica.
Tras la presentación de la directora, Covadonga Fernández, Pepe relató la historia de la disciplina de la educación física en el instituto, desde sus mismos comienzos, «cuando no había ningún material deportivo con el que practicar o desarrollar las clases».
Como ejemplo baste mencionar la anécdota que San Miguel relató y que hace referencia a aquellos tempranos días. «Me dirigí al director solicitando permiso para comprar algunos balones de fútbol para las clases y me dijo que sí. Entonces le pregunté que cuántos podía comprar y me contestó que uno», relató el profesor con sorna. Con un solo balón, «se puede echar un partido, pero no se puede enseñar a jugar al fútbol ni se pueden impartir clases».
San Miguel conocía algunos ejercicios que se realizaban con unas picas de madera, similares a palos de escoba, así que acudió a un taller que fabricaba escobas en Villamayor. «Valían a 3 o 4 pesetas, así que les pedí que me vendiesen 15. Esos fueron los primeros materiales deportivos que tuvimos en el instituto», desveló.
Para Pepe hablar del deporte en Piloña significa centrar su atención en tres nombres propios: «Andrés Aguado, por su perseverancia en implantar el atletismo en el concejo; Juan Puerta, un gran deportista, fino y elegante y mejor persona y Carlos Martínez, el ayudante fiel e incansable».
Juan Puerta, considerado como uno de los más grandes deportistas del concejo, falleció en un trágico accidente de tráfico en el año 2002, pero su figura y su nombre, que denomina al polideportivo local, sigue estando muy presente entre la sociedad piloñesa. Ayer estuvo representado en el acto por sus padres.
Los tiempos han evolucionado enormemente y hoy en día los medios con los que cuentan los jóvenes de la comarca a la hora de recibir las clases de educación física son impresionantes. Sin embargo, aquellos inicios significaron los primeros pasos, los primeros esfuerzos que «pusieron la semilla del deporte en la zona».







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